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La felicidad es aspiracional e intangible, volátil y cambiante. ¿Qué es la felicidad?
La felicidad es un concepto que está muy presente en nuestras vidas. Todos aspiramos a alcanzarla y creemos que sabemos lo que es, sin embargo, si nos paramos a pensarlo, ¿Sabríamos definir realmente la felicidad? Al fin y al cabo cada uno puede entender este concepto de una manera muy distinta; ¿Felicidad es la satisfacción personal? ¿Es el desarrollo profesional? ¿Es no sentir tristeza? Resulta fácil darse cuenta de que se trata de algo abstracto, personal y difícil de definir.
Sin embargo, constantemente somos bombardeados con mensajes que nos señalan la importancia de la felicidad. Películas, anuncios, negocios, redes sociales y muchas otras áreas de la vida nos transmiten el mensaje de que “hay que estar siempre felices”, “disfrutar de cada momento”, que la felicidad es algo así como una “actitud personal ante la vida”. El problema de este punto de vista es que acaba señalando como negativas emociones como la ira, la tristeza, el miedo y otras muchas que también forman parte de la vida, y que son igualmente sanas y normales. ¿Acaso es malo enfadarse cuando alguien se comporta mal con nosotros? ¿O sentir tristeza cuando algo nos duele? ¿Son realmente estas emociones incompatibles con alcanzar la felicidad?
Si nos creemos esos mensajes de lo que podríamos llamar “La dictadura de la felicidad”, probablemente solo consigamos sentirnos culpables por no estar felices todo el tiempo, viendo como
un fracaso el sentir una emoción que nos resulte desagradable o incómoda. También nos sentiremos frustrados al ver que no somos productivos todo el tiempo, o que no conseguimos estar
constantemente motivados y alcanzando nuevos objetivos, porque parece que no hay lugar para tener días en los que estar desanimado y rendir menos de lo que nos gustaría.
Por lo tanto, es fundamental que no caigamos en esta trampa, que entendamos que la felicidad engloba mucho más que la alegría constante o la ausencia de dolor, y que nos permitamos vivir todas las emociones sin juzgarlas o sentirnos culpables. Al fin y al cabo, en la vida ocurren muchas cosas que escapan a nuestro control, tanto buenas como malas, y estas nos generan emociones agradables y desagradables. La clave probablemente esté en conseguir aceptar y aprender a gestionar estas emociones sin negarlas y sin intentar evitarlas, ya que esté será el punto de partida desde el que podremos construir nuestro propio concepto de felicidad, sano y realista.
Hora de la reflexión, define para ti mismo el estado de felicidad: ¿Qué es para ti la felicidad? En una escala del 1 al 10, ¿en qué punto te encuentras de ese concepto? De las cosas que componen ese concepto (momentos, metas, experiencias, logros, capacidades….) ¿Cuántas están bajo tu control?